domingo, 15 de noviembre de 2009

CAPITULO 9

AL VOLANTE

Petula y las Wendys entraron en el baño con aire despreocupado, como si fueran las dueñas del lugar. Hicieron una entrada coreografiada. Se trataba de su postutopía y primera hora de clase, polvos, brochas y brillos de labios empezaron a emerger de cada bolsillo y estuche de su carísimo bolso.

Su acceso al espejo se vio momentáneamente bloqueado por un grupo de despistadas novatas. Wendy Anderson se hizo cargo con una mirada gélida y señalando la puerta con severidad, las novatas captaron la indirecta a la primera y des filaron rápida y en silencio sin protestar.

Petula miró de reojo a Wendy Thomas a su izquierda, -Vez, si te limas esto y te levantas la punta te quedará una bonita caída justo como la mía- dijo Petula.

Para Pertula y las Wendys esta clase de crítica brutal y desvergonzada era más una afición que un juego.

Se oyó como tiraban de la cadena y un instante después apareció Scarlet remetiéndose el top mostaza y colocándose en su sitio la camiseta de tirantes negros y la falda vintage de chiflón.

Cuando Wendy Anderson advirtió en el espejo que se trataba de Scarlert, torció el gesto con desden, actitud que sólo consiguió provocar a Scarlet. Está arrancó la barra de maquillaje de la cuidada mano de Wendy.

-Lo que necesitas es una amputación de cabeza radical- ¿Qué haces, que no estás por ahí sintiéndote excluida? – Disculpa, no hablo pendón – contestó Scarlet, que subrayó lo último levantando con ordinariez el dedo corazón, en un gesto tan amenazador como el que Wendy empleara con las novatas.

Petula pasó rozando a su hermana, ignorándola por completo.

Scarlet se quedó atrás reflexionando sobre como es posible que estén emparentadas.
Charlotte estaba fuera, esperando a que saliera Petula y las Wendys.

Charlotte estaba nerviosa, al fin y al cabo era su primera vez, y trató de calmarse convenciéndose con si misma de que sólo tenia que actuar con naturalidad.

Estaba a punto de meterse en Petula Kensington. De bajar la mirada y contemplar una mirada y contemplar un cuerpo perfecto de curvas en su sitio. Charlotte buscaba una oportunidad de sentirse aceptada, admirada y popular. Petula era el traje perfecto, con su vida perfecta y su novio perfecto.

En tanto petula había ocupado el asiento del conductor y se retocaba el maquillaje con el espejo retrovisor con el motor al ralentí. En ese sentido era muy generosa. Wendy Thomas y Wendy Anderson se acomodaron en el asiento trasero.
Petula harta de esperar a que Gonzáles diera por concluida su conversación, decidió empezar sin él la clase de educación vial.
Petula decidió pisar el acelerador y salió quemando rueda, con la puerta de acompañante todavía abierta.

El profesor Gonzáles gritó tras el coche a la fuga, completamente humillado delante de su colega, pero es que Petula era una experta en humillar a la gente, y a los profesores en particular.

Al instante, Charlotte hundió la cabeza y corrió con todas su ganas hacia la puerta del acompañante que Petula trataba de alcanzarla para cerrarla. La instrucción de Cahrlotte provocó un inesperado autoreflejo de Petula.

Al hallarse Petula momentáneamente libre de Charlotte, el coche aminoró la marcha y Petula creyó por un segundo que recuperaba el control. Las Wendys estaban encantadas con Petula y su decisión de largarse sin el profesor.

Charlotte se recompuso también y atravesó el parabrisas para asir las manos de petula.
El coche volvió a zarandearse fuera de control y el movimiento arrojó a Charlotte contra el parabrisas, de cara a petula, que como ella tenía los ojos desorbitados de miedo.

Charlotte nunca había estado tan cerca de su ídolo, estaba completamente fascinada.
Para entonces, las Wendys ya mostraban señales de evidente nerviosismo a la ves que eran zarandearas de un extremo a otro del asiento trasero.

Los accidentes en vehículos motorizados contribuyen la primera causa de mortalidad entre los adolescentes.

Según los estudios, se deben a que muchos adolescentes son incapaces de regular su conducta de alto riesgo por que el área del cerebro que controla los impulsos no alcanza su plena madures hasta los 25 años.

Wendy Thomas y Petula enmudecieron de asombro ante la saluda de Wendy Anderson. Hasta Charlotte se quedó momentáneamente impresionada.

Charlotte se sintió dolida. Petula estaba actuando con la arrogancia y temeridad habitual.

Y es que Petula también iba vestida para el liderazgo, jamás olvidaba enfundarse en su uniforme de animadora cuando acudía a educación vial. En una ocasión sorprendió al profesor mirándole de reojo y ella estaba segura de convertirse en la primera de su curso en sacar el permiso de conducir.

Charlotte se embutió en Petula una vez más, torpe y agresiva obligándola a pisar a tope el freno, Charlotte salió despedida de petula. Espero por tu bien que eso no me aya dejado cicatriz – dijo Wendy Anderson – demasiado tarde dijo Charlotte al ver la cicatriz de un implante que asomaba bajo el sujetador de aro de Wendy.

Las Wendys, patitiesas como ranas en formol, rieron la broma de petula con sendas carcajadas serviles mientras el coche se aproximaba a la garita del dirve-in. Tendría que incluirse una advertencia ¿Qué pasa contigo? Preguntó Wendy Anderson incapaz de olvidar ya el extraño comportamiento de petula.

No lo sé contestó petula, yo si, anunció Wendy Thomas con cierta malicia. Eh oído al entrenador decir que si Damen no consiguen como mínimo un aprobado como mínimo de física no lo dejará ir al baile de otoño.

Al escuchar la noticia, Charlotte sintió que caía en picada. Tras permanecer en suspenso un segundo, sufrió un ataque de pánico.

¡No! Gritó Charlotte, mientras trataba de introducirse en petula a empellones.

Iniciaron entonces una aterradora y espeluznante carrera de obstáculos en la que el coche atravesó marcha atrás el aparcamiento del instituido completamente fuera de control.

CAPITULO 10

ÚLTIMOS ESCRITOS

El tiempo de prorroga, “paciencia con la chica nueva” se agotaba, y Charlotte sabía que debía ponerse con el programa.

-Era tan joven- dijo el profesor, el chico tenía toda la vida por delante, continuó volviéndose hacia Mike.

Morir en la adolescencia es más que triste. Es trágico pero no por las razones que ellos creen.

Picolo Pan le echó a Charlotte una mirada acecina. Sabía que Charlotte más que nadie, necesitaba escuchar esa lección en particular.

La razón de que aya que ir al instituto, incluso después de muerto, no es sólo APRA aprender sobre la vida después de la muerte. -¿y es que?- preguntó Charlotte un ínstate después.

-Pues varía con cada persona, señorita Usher- uno cero para Charlotte –es algo que debe averiguar cada uno-. Verás- los bebés y los niños son demasiado pequeños como para haber cometido equivocaciones grabes, la gente mayor vive lo suficiente como para aprender de los suyos e incluso como para corregirlos.

Pero los adolescentes, como nosotros sólo viven para el momento, y a menudo actúan por egoísmo, impulsivamente y con graves consecuencias para ellos mismos o para los demás.

Charlotte no lograba comprender, pero concluyó que ese vacío de índole familiar podía tener tanto de bendición como de maldición.

-Entonces, ¿estar aquí es una forma de castigo?- preguntó Charlotte -¿se trata de eso?- de ninguna manera.
Se trata de aceptar la muerte y, sobretodo de aceptarnos a nosotros mismos. Una vez lograda esta aceptación, alcanzarás la absolución, y con ella obtendrás el descanso, la paz.

-La mente y el cuerpo maduran en distintos ritmos. Sobre todo entre los adolescentes.

-Te crees demasiado buena para estar muerta, ¿eh? Charlotte se sintió confundida.


CAPITULO 11

TAN VIVA.

¿Qué te parece? – preguntó Charlotte de nuevo, examinándose el vestido.

-Me parece que esta mañana has brillado por tu ausencia en los lavados, cuando te necesitaba y que, ahora pretendes utilizarme- dijo Scarlet.

Andaba metida en otro asunto – contestó Charlotte-.

-Yo también tengo mi vida, sea bueno ya sabes lo que quiero decir- repuso Charlotte a la defensiva.

Mientras buscaban una a la desierta, prosiguieron con su conversación. A lo estudiantes con lo que se cruzaron en el pasillo les pareció que Scarlet hablaba sola.

As chicas encontraron una sala vacía al fondo del pasillo. Charlotte entró primero para comprobar que no había ningún estudiante escondido en alguna esquina y luego le hizo una señal a Scarlet para indicarle que no había moros en la costa.

Ambas eran consientes de que estaban a punto de algo que nadie había hecho antes. Algo más allá de lo conocido, más allá de la vida y la muerte. Ninguna sabía con setaza que iba a ocurrir.

-¿Cuánto dará una sesión de procesión?- preguntó Scarlet.
-lo que quieras- la tranquilizó Charlotte.

-pues brindemos por que aya buena química, mientras Charlotte consultaba en su libro por última vez e conjuro de posesión.

- el libro dice que sólo hay que hacer el ritual al comienzo de cada sesión- explicó Charlotte, Scarlet estaba dispuesta pero inquieta.

-no te preocupes- dijo Charlotte, me encargo de todo. Te eh apuntado, quiero decir, me eh apuntado como tutora de física de Damen.

-espero que funcione…-

-mi asunto pendiente es ayudar a Damen-. Es lo que estaba apunto de hacer antes de morir- dijo Charlotte con franqueza.

-¿darle clases de física?- preguntó Scarlet con recelo.
-mira, eres la hermana de petula… así que tiene su sentido que puedas verme-.
-me alegro de que estés tan segura-.

-nadie te va a ver, te lo aseguro- dijo Charlotte.

Scarlet respiro hondo y miró a Charlotte a los ojos, mientras se agarraban fuertemente de las manos, sacando fuerzas una de la otra.

- yo y tu, nuestras almas son 2- dijo Charlotte.

Estaban atónitas por lo que estaba sucediendo ante sus ojos.

Los ojos de Scarlet parecían ausentes.

Un segundo después el alma traslúcida de Scarlet abandonó su propio cuerpo, cediéndoselo a Charlotte por completo.

Conciente de que la posesión había sido todo un éxito, charlote respiró hondo y se palpó su nuevo cuerpo.

-Perdona…- dijo Charlotte de forma distraída en el momento en que Scarlet atravesaba del todo el techo y dejaba de oírla – es que me siento tan…viva-.

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